LITERATURA CRISTIANA Y CATÓLICA



LITERATURA CRISTIANA Y CATÓLICA


TEXTO DEL DOCUMENTO "LA VIA PULCHRITUDINI"
La Via pulchritudinis se presenta como un itinerario privilegiado para llegar a muchos que experimentan grandes dificultades para acoger la enseñanza, sobre todo moral, de la Iglesia. Con demasiada frecuencia, en estos últimos decenios, la verdad se ha resentido de la instrumentalización a que la han sometido las ideologías y la bondad se ha visto reducida a su dimensión horizontal, a mero acto social, como si la caridad hacia el prójimo pudiese vivir sin extraer su propia fuerza de Dios. El relativismo, que halla en el pensamiento débil una de sus expresiones más claras, contribuye, por lo demás, a dificultar un debate auténtico, serio y razonable.
La Vía de la belleza, a partir de la experiencia simple del encuentro con la belleza que suscita admiración, puede abrir el camino a la búsqueda de Dios y disponer el corazón y la mente al encuentro con Cristo, Belleza de la santidad encarnada, ofrecida por Dios a los hombres paras su salvación. Esta belleza sigue invitando hoy a los Agustines de nuestro tiempo, buscadores incansables de amor, de verdad y de belleza, a elevarse desde la belleza sensible a la Belleza eterna y a descubrir con fervor al Dios santo, artífice de toda belleza.



OBRAS y AUTORES FUNDAMENTALES DE LA LITERATURA CRISTIANA

LA BIBLIA

La Biblia es uno de los grandes clásicos de la literatura universal que ha influido en las grandes corrientes literarias de Europa a lo largo de la historia. La Biblia contiene obras que deben figurar entre los grandes clásicos de la literatura universal (Julio Trebolle). 

El libro común y universal cristina es la Santa Biblia. Ella es el compendio fundamental del mensaje cristiana y de ella se derivan como de una fuente todo lo escrito por los distintos autores cristianos.

Blog de la Biblia del Colegio
La Biblia como literatura (artículo)
Material sobre la Biblia



AUTORES DE LA LITERATURA CATÓLICA 

SAN AGUSTÍN DE HIPONA
ALFONSO X
DANTE ALIGHIERI
ANTOINE DE SAINT EXUPERY
GONZALO DE BERCEO
GEORGES BERNANOS y Diálogos de carmelitas
FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ
SAN BERNARDO DE CLARAVAL
LEÓN BLOY
ALFREDO BUFANO
PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA
MIGUEL ANDRÈS CAMINO
LUIS ROSALES CAMACHO
SAN JUAN DE LA CRUZ
JUAN ALBERTO DE LOS CÁRMENES
JUAN ALFONSO CARRIZO
LEONARDO CATELLANI 
G.K.CHESTERTON
PAUL CLAUDEL
PEDRO PÉREZ CLOTET
GERARDO DIEGO
LUIS COLOMA
PABLO ANTONIO CUADRA
JOSÉ LUIS MARTÍN DESCALZO
FIODOR DOSTOYESKI
ANDRÉ FROSSARD
MANUEL GÁLVEZ
JUAN LUIS GALLARDO
ALFONSO JUNCO
C.S. LEWIS
LEOPOLDO LUGONES
MANUEL MACHADO
Biografía de Manuel Machado
LEOPOLDO MARECHAL
RAFAEL MAYA
MAMERTO MENAPACE
TIRSO DE MOLINA
EUGENIO MONTES
MANUEL JOSÉ OTHON
JOSÉ LEÓN PAGANO
GIOVANNI PAPINI
JOSÉ MARÍA PEMÁN
JOAQUÍN ANTONIO PEÑALOZA
FRANCISCO PETRARCA
ALFREDO PLACENCIA
AURELIO PRUDENCIO
FRANCISCO DE QUEVEDO
ALFONSO LÓPEZ QUINTÁS
RODOLFO MARÍA RAGUCCI
RAINER MARÍA RILKE
PEDRO MUÑOZ SECA
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
J.R.R.TOLKIEN
TIHAMER TOTH
Obras de Tihamer Toth
CONCHA URQUIZA
LOPE DE VEGA
JACINTO VERDAGUER
GIL VICENTE
HUGO WAST
LOUIS DE WOHL
MANUEL PONCE ZABALA
JUAN ZORRILLA DE SAN MARTÍN



ARTÍCULOS VARIOS

CONVERSIONES DE GENIOS LITERARIOS
SOBRE LOS AUTO SACRAMENTALES
DIOS EN LA LITERATURA
PÁGINAS DE LITERATURA CATÓLICA


ALGUNOS TEXTOS PARA COMPARTIR

EL BUEN PASTOR

Pastor, que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño;
tú, que hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos;
vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguir empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.
Oye, Pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres;
espera, pues, y escucha mis cuidados;
pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás, para esperar, los pies clavados?
 
SÓLO CRISTO ENSEÑA
Deseo de saber, tan propio al hombre,
con años de cuidado y diligencia
me ha tenido por una y otra ciencia
buscando fama y adquiriendo nombre.
¿Mas quién habrá, Señor, que no se asombre
de ver turbar la ciencia en tu presencia
de tantos que por física excelencia
quieren que el mundo los estime y nombre?
¡Qué necio en ciencias vanas me divierto!
Que, si los ojos a tu cruz levanto,
eres el arte más seguro y cierto.
¿Pero cómo, clavado, enseñas tanto?
Debe de ser que siempre estás abierto,
¡oh Cristo, oh ciencia eterna, oh libro santo!
Rimas sacras, Soneto XVIII

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno escuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! 
http://sonnets.spanish.sbc.edu/dot_clear.gif¡Qué estraño desvarío
si de mi ingratitud el yelo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el http://sonnets.spanish.sbc.edu/dot_clear.gifángel me decía:

Alma, asómate agora a la ventana,

verás con cuánto amor llamar porfía!

¡Y cuántas, hermosura soberana:

Mañana le abriremos -- respondía --,

para lo mismo responder mañana!

Rimas sacras, Soneto XLVI


No sabe qué es amor quien no te ama,

celestial hermosura, esposo bello;

tu cabeza es de oro, y tu cabello

como el cogollo que la palma enrama.

Tu boca como lirio que derrama

licor al alba; de marfil tu cuello;

tu mano el torno y en su palma el sello

que el alma por disfraz jacintos llama.

¡Ay, Dios!, ¿en qué pensé cuando, dejando

tanta belleza y las mortales viendo,

perdí lo que pudiera estar gozando?

Mas si del tiempo que perdí me ofendo,

tal prisa me daré, que una hora amando

venza los años que pasé fingiendo.

EUCARISTÍA

“¿Quién te ha atado, Señor, a esta cadena,
a esta blanca cadena de la harina,
a este disfraz de pan, vianda divina
de misterio y deleite todo llena?

¿Quién te trajo por mesa tan ajena
de la deidad donde tu ser culmina,
para ocupar en la escasez mezquina
el puesto del manjar en nuestra cena?

¡Quién fue sino el Amor, y un amor tanto
que no cabe en la mente estremecida,
supera nuestro asombro y nuestro espanto!

¡Y sólo puede el alma conmovida
ablandar esta harina con su llanto
y alimentar con este Pan la vida!”.

(Juan Alberto de los Carmenes).

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